Síntomas motores

– Temblor: encontramos el temblor de reposo que es involuntario y suele darse en manos, labios, mandíbula y piernas. Desaparece con movimientos voluntarios y durante el sueño.

– Bradicinesia y rigidez muscular: la primera hace referencia a una lentitud del movimiento. Implica también dificultades con la planificación, inicio y ejecución del movimiento. En cuanto a la rigidez, esta se caracteriza por el aumento en la resistencia al movimiento. Sus consecuencias resultan en una cara inexpresiva, posturas axiales anormales, deformidades posturales de las extremidades y dolor articular entre otros. Ambos síntomas se presentan en conjunto aunque no siempre.

El grado de rigidez y bradicinesia es proporcional a la degeneración neuronal y a los niveles de dopamina existentes.

– Inestabilidad postural: deformidades posturales debido a la rigidez muscular. Las alteraciones posturales son de origen multifactorial.

Síntomas no-motores

Varios estudios han enfatizado el hecho de que los ganglios basales desempeñan un papel importante en funciones denominadas “no motoras”, implicadas en procesos como el control motor, procesamiento del feedback sensitivo, alternancias de contextos, atención, percepción, aprendizaje, memoria de trabajo, toma de decisiones o selección de movimientos. A su vez se ha definido el desarrollo de la E.P. como un continuo a través de diferentes estadios, incluyendo núcleos y sistemas no dopaminérgicos, lo que explicaría esta gran constelación de síntomas no motores. Estos se hacen evidentes con la evolución de la enfermad, aunque en algunos casos aparecen al inicio o incluso preceden la aparición de los síntomas motores.

– Deterioro cognitivo: alteración de la atención, funciones ejecutivas, memoria (principalmente de evocación), alteración del lenguaje, déficit de escritura y lectura, trastornos visoespaciales, apraxia y enlentecimiento en el procesamiento de la información.

– Trastornos neuropsiquiátricos: depresión, apatía, ansiedad, ansiedad social/fobia social, ataques de pánico, demencia, trastorno obsesivocompulsivo, trastornos sexuales, hipocondría, psicosis.

– Trastornos del sueño: síndrome de piernas inquietas y movimientos periódicos de las piernas; trastorno del sueño REM, alteraciones del ritmo circadiano, somnolencia diurna, insomnio.

– Disfunción autonómica: transpiración inapropiada, síntomas urinarios, hipotensión ortostática (incapacidad del cuerpo para regular la presión arterial rápidamente), disfunción sexual.

– Síntomas gastrointestinales: disfagia (dificultad para tragar), sialorrea (no control sobre la secreción de saliva), estreñimiento (más común), rinorrea (aumento de secreción nasal), pérdida de peso.

– Síntomas sensoriales: dolor, hiposmia (pérdida de olfato). La pérdida del olfato es muy habitual en las personas con esta enfermedad (40-90%) y se trata de un síntoma inicial ya que puede presentarse incluso años antes de que aparezcan síntomas motores.

– Otros: fatiga, diplopía (alteraciones de la visión), seborrea (causante de piel rojiza, irritada, escamosa y casposa).

 

Fuentes:

  • Asociación Párkinson Sevilla.
  • Asociación Párkinson Madrid.
  • Federación española de Párkinson.
  • Rodriguez del Alamo, A., Vicario Cardel, A., Donate Marinez, S., De Benito Fernández, F. Trastornos mentales en la enfermedad de Parkinson (parte II): Aspectos clínicos y tratamientos diferenciales.
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