El tratamiento a seguir debe enfocarse desde una visión multidisciplinar, es decir, debe realizarse con la intervención de todos los profesionales necesarios (neurólogos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, psicólogos, neuropsicólogos, la propia familia…) y debe planificarse teniendo en cuenta las necesidades del paciente para que le resulte lo más beneficioso posible. El objetivo de este tratamiento es minimizar los daños causados por el accidente cerebrovascular y ayudar al paciente a adaptarse a sus déficits y a su nueva vida, ya que en la mayoría de los casos, la lesión neurológica se recupera total o parcialmente de forma espontánea en un periodo de tiempo (varía según el caso), o no se recupera nunca; dependiendo de la gravedad del ictus.

Los programas de rehabilitación se basan en la aplicación de determinadas técnicas de fisioterapia, terapia ocupacional, logopedia y neuropsicología dependiendo de las necesidades de cada paciente.  

El proceso de rehabilitación tras el ictus es lento y, en ocasiones, pueden experimentarse ciertos altibajos, por lo que es imprescindible la colaboración conjunta tanto de los profesionales como del paciente y su familia. Además, es muy importante que durante este proceso se centre la atención en el progreso y los logros del paciente más que en sus limitaciones, para así evitar sentimientos negativos como la frustración o el rechazo hacia el tratamiento.

Fuentes:

  • Arantxa Vázquez Mayor, 2017. Neurorrehabilitación en pacientes con ictus. Instituto de rehabilitación funcional La Salle.
  • Federación Española de Ictus, 2017. Los aspectos de la rehabilitación.
  • Grupo Casaverde, 2018. Recuperación después de un ictus.
  • Grupo Casaverde, 2018. Consecuencias derivadas de ictus.
  • José Ignacio Quemada y Naiara Mimentza, 2016. Los tastornos emocionales y conductuales tras el ictus.
  • Kierstan Boyd, 2017. El efecto de un accidente cerebrovascular en la visión. American Academy of Ophthalmology.
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